El interior presenta una configuración diáfana en la que se une el indudable atractivo de la posibilidad de experimentar la totalidad del espacio correspondiente a una manzana del ensanche, con el rigor geométrico que la estructura posee, el cual propicia notables percepciones del espacio por ella modulado. Los pórticos de hormigón armado, es uno de los primeros edificios realizados con esta técnica en Vizcaya, presentan una reiterativa modulación que se altera ligeramente en las zonas en que diversas necesidades de tipo funcional lo demandan.
Las calles de circulación por el interior de las plantas baja y sótano, asociadas en vertical a grandes huecos de los forjados superiores para propiciar la iluminación del conjunto, crean zonas de ruptura de la trama estructural. La razón de ser de la misma, por tanto, hay que buscarla en la adaptación funcional al uso para la que fue proyectada, siendo éste, en consecuencia, un aspecto a considerar preferentemente en la valoración del edificio.
Exteriormente, el edificio está dotado de una indudable monumentalidad y presenta condiciones evidentes para su consideración como elemento relevante, siendo la particular concepción de sus fachadas clave de la relación del edificio con el resto de la ciudad y factor determinante en la cualificación a realizar del mismo desde las más diversas ópticas. La valoración en cuanto a imagen exterior del edificio cabe realizarse desde dos niveles distintos, derivados de su relación con el entorno próximo y la materialidad de su asentamiento sobre el terreno, por un lado, y como unidad edificada dentro del conjunto de las del ensanche, por otro. El edificio muestra los imperativos que se desprenden de la resolución de su programa funcional, presentando, dentro de la homogeneidad de su imagen, soluciones matizadas en su planta baja a lo largo de todo el perímetro, en el encuentro con los viales circundantes en función de las cotas altimétricas de éstos y la necesidad de acceso al interior del edificio.
La cubierta es plana y en ella se sitúan grandes lucernarios, ubicados sobre las calles de circulación interior, resueltos mediante planos inclinados sobre estructura metálica.
1909: Nace La Alhóndiga. Un almacén de vinos diseñado por el arquitecto Ricardo Bastida.
1975: La alcaldesa Pilar Careaga intenta convertir La Alhóndiga en una manzana de viviendas.
1988: El edificio es utilizado de forma temporal como pasaje del terror.
1993: El Ayuntamiento estudia convertir La Alhóndiga en un centro municipal destinado a albergar toda actividad administrativa, cultural y deportiva. Esta idea tampoco cuajó.
1995: 18 de agosto: El alcalde de Bilbao, Josu Ortuondo, anuncia que el Gobierno central apoyará la construcción de un palacio de deportes en La Alhóndiga.
2000: Iñaki Azkuna quiere que La Alhóndiga sea un gran centro deportivo, pero también cultural con una macro biblioteca. El alcalde echa para atrás el proyecto de Ortuondo y se ve obligado a pagar 360.000 euros a la empresa que realizó ese estudio de reforma. El presupuesto para el plan de Azkuna ronda los 36 millones de euros y Elías Mas es el encargado de los trabajos. En principio la reforma va a durar cuatro años y el estudio cuesta ya más de un millón de euros. La Alhóndiga se va a transformar en un inmueble de servicios culturales y deportivos. El fin de las obras está previsto para 2004. El Ayuntamiento saca a concurso la contratación de la asistencia técnica para la redacción del proyecto de ejecución así como la dirección de obra en las diferentes fases de La Alhóndiga. El concurso se le otorga a la Ute formada por Over Arup&partners S.A., y a Marcial Echenique y Cía S.A.
1. Apuntalamiento y demolición interior. Saldrán 20.000 metros cúbicos de escombro.
2. 2002 (octubre): Excavación y ejecución del párking subterráneo. El aparcamiento cuenta con cinco plantas, 985 plazas - 715 de residentes y 270 rotatorias- y entre 15 y 18 metros de profundidad. Fue la fase más delicada y en total se sacaron 50.000 metros cúbicos de escombro. El párking se inauguró en 2004.
3. 2004: Refuerzo de estructuras de la crujía perimetral, sótanos y semisótanos.
4. Se construirán los tres nuevos edificios, los semisótanos, el atrio, las piscinas y la terraza (más de 38.000 metros cuadrados construidos). Se urbaniza la plaza Arriquibar y se abre un nuevo acceso a La Alhóndiga que conecta con la plaza renovada.
2004: Se inaugura el párking de La Alhóndiga tras casi tres años de trabajos. Tiene una salida y dos entradas: una para los residentes y otra para los usuarios en rotación. Comienza a funcionar el 10 de noviembre por la tarde, aunque la inauguración oficial es el lunes, 15 de noviembre de
Comienzan los trabajos de restauración de las fachadas de La Alhóndiga. Tercera fase.
En julio, el Ayuntamiento de Bilbao contacta con Philippe Starck. Ese mismo mes, el arquitecto francés realiza su primera visita a La Alhóndiga. En noviembre Starck firma el contrato para encargarse de la arquitectura y el diseño.
La Sociedad Anónima La Alhóndiga suscribe un convenio con Bilbao Ría 2000 para que la sociedad asuma la gestión de la obra. Anuncian que la construcción de los nuevos edificios comenzará en verano de 2005 y La Alhóndiga tendrá a partir de 2008 su primera fase de apertura.
Arranca la edificación de los tres edificios cúbicos, el atrio y los semisótanos.
Tras el verano, la fundación Germán Sánchez Ruipérez firma un acuerdo con La Alhóndiga para fomentar la lectura entre los más jóvenes.
Durante el periodo estival se desvelan nuevos detalles de la futura Alhóndiga. El centro contará definitivamente con un moderno balneario. El SPA ocupará unos 800 metros cuadrados y dispondrá de diferentes circuitos de agua, innovadores masajes, tratamientos estéticos... En definitiva, un remanso de actividades para relajar cuerpo y mente que podrán disfrutarse a partir de 2008.
La Alhóndiga adjudica por concurso el servicio de hostelería del centro a una UTE liderada por Ricardo Pérez Martín, propietario del Restaurante Yandiola. Un establecimiento considerado como una de las de las referencias dentro del panorama gastronómico en Vizcaya. Este mismo año, La Alhóndiga firma un convenio de colaboración con la Facultad de Bellas Artes de Bilbao y, también, adjudica el servicio de cines a la cadena Goldem.
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