Edificios de viviendas situado en la Calle de Alameda de Urquijo, en los nº 56, 58, 60, 62, 64 de Bilbao.
A Tomás Bilbao se le puede considerar como una especie de puente entre una tendencia arquitectonica que no renuncia a sus pretensiones decorativasy una nueva vía de líneas rectas y composiciones sobrias.
De sus manos salió una buena cantidad de obras originales y elegantes del Ensanche, que perduraran a pesar del paso del tiempo, entre las que se encuentra el edificio de viviendas de la Alameda de Urquijo en el año 1934.
Predomina en la composición esa constante tan típicacamente racionalista de tendencia a la horizontal. El tratamiento del ladrillo y el raseo para remarcar las horizontales contribuyen a ello (antepechos corridos, encuentros resueltos en curva, varios fondos de fachada que provocan un original ritmo de volumenes…).
Luis Pueyo llevó a cabo una reforma del edificio y posteriormente la ejecución de una nueva edificación adjunta, en el nº 56 esquina a Gregorio de la Revilla, en la que, sacrificando una nueva propuesta, se sometió a las directrices de la originaria obra de Tomás Bilbao, en un admirable gesto de humildad creativa. Gracias a ello se puede admirar a lo largo de la Alameda de Urquijo una gran fachada del más puro estilo racionalista, dotada a su vez de una admirable y coherente unidad compositiva.
De sus manos salió una buena cantidad de obras originales y elegantes del Ensanche, que perduraran a pesar del paso del tiempo, entre las que se encuentra el edificio de viviendas de la Alameda de Urquijo en el año 1934.
Predomina en la composición esa constante tan típicacamente racionalista de tendencia a la horizontal. El tratamiento del ladrillo y el raseo para remarcar las horizontales contribuyen a ello (antepechos corridos, encuentros resueltos en curva, varios fondos de fachada que provocan un original ritmo de volumenes…).
Luis Pueyo llevó a cabo una reforma del edificio y posteriormente la ejecución de una nueva edificación adjunta, en el nº 56 esquina a Gregorio de la Revilla, en la que, sacrificando una nueva propuesta, se sometió a las directrices de la originaria obra de Tomás Bilbao, en un admirable gesto de humildad creativa. Gracias a ello se puede admirar a lo largo de la Alameda de Urquijo una gran fachada del más puro estilo racionalista, dotada a su vez de una admirable y coherente unidad compositiva.
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